viernes, 5 de febrero de 2016

juan

'(...) los pobres no heredan bienes inmuebles ni acciones bancarias, 
heredan taras, enfermedades, manías y sentimientos'
(Rafael Chirbes, Paris-Austerlitz, primera edición, pág. 89)

De vuelta ya, tarde del 29, en el mediadistancia que me llevaba de regreso a casa, empecé a leer esa última -y breve- novela que tenía en ganas desde que conocí el anuncio de su publicación. Novela póstuma que habla de amor y de muerte: del amor como trampa mortal. Y en ella anduve y con ella entretuve el tiempo de un trayecto igualmente corto, mi pensamiento herido.
Venía -volvía- de dar sepultura a mi primo Juan el rubio, singularidad genética que combinó con el rasgo, algo más extendido en la familia, de sus ojos azules, y apelativo que ahorraba al interlocutor pronunciar su nombre. Tu primo, el rubio... con el que compartí mesa y habitación, y no pocas veces cama (siempre que en aquel piso de Vallecas el espacio se contraía con las visitas: que venimos de médicos, que se nos casa la chica, que tiene pernocta el quinto que es novio de, sobrino de). Con el que vivimos intensamente aquellos años, Económicas él y yo Filosofía. A él acabaron deteniéndolo, y en el Gobierno militar lo reclamó mi padre. Tiempos.
Con Juan comparto herencia. La de esa abuela -la mia paterna que fue la suya materna- que nos dejó el legado de un gen loco que puede trastocar el curso normal y el funcionamiento de los órganos que se dicen  vitales. A Juan se los ha venido carcomiendo durante los últimos años tal que al Michel ouvrier de la novela, por más que de causas muy distintas.
Herencia de pobres. Taras y enfermedades que truncan vidas. Manías, quizás las de ese empeño en una felicidad sencilla de hijos adolescentes. Y sentimientos, en especial el de la pérdida ya sin reparación posible: ese que experimentamos los supervivientes, el que percibí en el errático moverse de D., el hijo, incapaz de gestionar la muerte mientras la salmodia del cura se perdía entre la lluvia casi imperceptible que quiso acompañarnos en el adiós.
Juan murió el 28 de enero. El día en que María cumplió 89. 

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