viernes, 30 de mayo de 2014

sin señalar


Ensimismados. Y lejos, cada vez más lejos, de la gente. Han reducido el mundo al estrecho círculo de su mundo estrecho. Y no ven, cegados de sí mismos, que se les escapa la gente, y el mundo y el tiempo, y el presente. Ahora ya, también, los militantes, hartos estos, vasallos sin señor.

Los llaman barones. Y creen que la dignidad viene del nombre, y que el nombre lo hace todo, el hábito y al monje. Y todos ellos, y los que hablan por ellos y los que se dedican a hablar de ellos, pronto han olvidado -si alguna vez supieron- que dirigir es sinónimo político de compartir, de escuchar, de sumar, de debatir y convencer, de sugerir sin mandar, de representar, de servir… Para señalar con el dedo, aunque señale el dedo rumbo al sur, no hacen falta más luces que las de seguir la corriente, más mansa cada día, que ha dejado en las orillas millones de voluntades -y hasta de pasiones- sin norte y sin cobijo. Para dedo el de Aznar, que no -¡ay!- el de Quevedo.

Los más y los menos, y los de ninguna por escasos, de lucidez dotados señalan hacia el sur y parece que proponen para Susana el destino de Dolores. La de Cospedal, sí, la presidenta a ratos que a ratos ejerce su encargo ciudadano -mal que nos pese- el tiempo que le dejan sus graves ocupaciones genovesas, soldadas a parte… y el gobierno en diferido. Salvo que las proclamas de compromiso irrenunciable con la tierra sean salvas de feria y de fogueo, cantos primerizos de sirena para incautos. Que – Mi puesto está aquí… sea asunto de inmediato olvidar.

El pueblo progresista, el de la izquierda, se merece otro respeto. Otro partido, sin ser otro. Que puede ser añoso y no ser viejo, a salvo de jóvenes de años y alma en dinosaurio. Que diga -y haga, sobre todo- que no puede atender bien uno solo a tanto negocio diferente, y que la regla sin excepción sea eso que se llama llanamente incompatibilidad. Que les libre, por su bien, de tanto sacrificio de por vida poniendo un límite temporal a todos los mandatos.

Y que practique como método en sus filas la democracia que predica en sus programas. Una mujer, un hombre, un voto. Igual, directo, personal, secreto. Que sepan barones y aparato de una vez por todas que los militantes, uno a uno, una a una, se atreven -y quieren- a saber y a pensar con su propia cabeza. Que si Kant levantara la suya…

Sin señalar. Que está muy feo señalar… ¿no os lo dijeron de pequeños?

miércoles, 14 de mayo de 2014

palabras

(...) Inseguridad es, en sí, una palabra de clase: una palabra dicha desde el miedo a sufrir la violencia de los que no respetan la ideología que dice que no hay que robar, no hay que matar. La violencia de los que no encuentran más solución que esa violencia para formar parte de una sociedad que no los necesita –y se lo hace saber todos los días.

Martín Caparrós es áspero, ácido, lúcido. Habla de palabras (de una, inseguridad, que oculta esa otra, violencia) y de gentes que están fuera (: los dejaron fuera). Es verdad, me dices, pero habla de Argentina. Ya vos pudiste ver.

Y veo en la prensa de mi país que hay cuatro millones de parados sin prestación, que solo dos millones reciben alguna ayuda. Dicen que ha menguado un 15,5% el gasto en protección.
Protección. Una palabra que oculta tanto como desvela... Proteger ¿a quién? Protegerse ¿de quién?
Mis alumnos dirían que es la diferencia entre dos complementos del verbo, aunque les cuesta siempre más identificar el de régimen.

Hablar de inseguridad es hablar de policías rejas armas alarmas seguridad privada linchamientos impotencias varias. Cuando empecemos a hablar de violencia –de violencia social– habremos empezado a hablar en serio.
Caparrós dixit.

martes, 13 de mayo de 2014

ayer


Aquí me ves
en Roma, la fiera
altiva y orgullosa,
un hombre herido.
En julio, sus finales,
la certeza de que solo
y lejos
me traen más vivo estas
piedras con alma
tu recuerdo.

Ya ves,
por todos sitios tu sonrisa
y tu afanoso hacer
por quererme
tanto,
y la presencia ausente
que nadie
neanche tu, amore
presentía.

Habríamos hecho de la casa
el sagrado lugar de los amigos
y tu refugio
la primera
de belleza sin matices y
hermosura.

Llegaste a saber de lo imposible
con un poso escondido
de alegría
y sufriste 
por mi conmigo.

No hubo tiempo:
el abrazo solo a la noche
cabe el aljibe
y el adiós temprano
en el patio de la parra.
Y hoy te revivo aquí
tu paz ahora mía
eternidad de piedra y agua.

Mi sonrisa 
                   tú
                          sobre estos pinos.

Roma, 30 de julio de 2013
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