jueves, 19 de febrero de 2009

Jesús


Nos vimos, como todos los años (algunos he faltado) más o menos por estas fechas para hablar de Jesús (de Haro), que es como hablar de todos nosotros -él el hilo que nos teje y nos une-, para recordar sus hechos y sus dichos, sus poemas, sus lecciones, sus prisas, sus amores... y para celebrar su recuerdo, que es nuestra vida.
Hacemos presente el ayer, y nos contamos -casi sin decírnoslo- lo mucho que nos queremos.
Este año he querido escribir algo, y les he pedido que hagan suyas algunas sensaciones mías de estos años de atrás. Les he confesado así mi amor por todos ellos y mi agradecimiento: me han regalado su amistad, y al final de la lectura de mis versos también sus lágrimas de emoción.
En fin, ¡que vaya año de regalos!


Del presente y del ayer
(y una nota tal vez apresurada)

Lagunas de Villafranca, 14 de febrero de 2009.

Andaluz altivo, de Jaén
campeón provincial de catecismo,
soñador de batallas en Bailén,
fabricante de ensueños
y ladrillos,
a ratos jardinero,
transplantado en la Mancha, moñigón,
y amigo -y mucho, sí- de tus amigos.

No pudo contigo la muerte tan temprana.
Yo doy fe.
La damos los amigos
que al conjuro de tu nombre
(y puede que al rodar de tu apellido)
nos unimos
y en torno a un vino celebramos
la alegría de vivir, Jesús, hermano.

De ti hablamos. De aquel tiempo
de libros y de cine, de cerezas y de espliego
de terra sigillata, de sosiego,
Arcadia feliz, tren y cantina
y noches en el cerro con molinos,
Enardo fiel de cuentos y poesía.
Del viaje ritual a tu Granada,
de Plinio y las hermanas coloradas.

De la risa feliz de tu Daniela
cuando un bigote travieso y seductor
acaricia con suave cosquilleo
la rosada flor de su canela
(y tú, pudoroso y señor ¡un caballero!
de la imprenta retiras esos versos).
De cómo en la Roma tuya y mía
a la grappa no le amarga un amaretto.

A Malta derrotamos, doce a cero,
a golpe de cubatas, y triunfamos
de roqueros travestidos un buen día
don Francisco, Paco, Juan,
servidor y tú de punkis: el cantante, Cayetano,
y ‘los hijos del agobio’nos llamaron
al equipo directivo aquel que a punto estuvo
de ser expedientado.

En París cantamos a Neruda
y a La Maga y a Oliveira vislumbramos,
que no faltaron cronopios a la cita
en el céntrico Liceo, bien situado,
de chambres con por puerta una cortina.
Allí con Manolo disfrutamos
la visión fugaz, apenas si entrevistos,
de los cuerpos en flor de las muchachas.

En La Concha, de vuelta, recalamos
y nos dimos al placer de los gintonic,
mas nunca olvidaré la tarde en la frontera,
la canción de Feli y el silencio emocionado
(‘para que me recuerdes’ recuerdo que decía),
el brillo en los ojos de Yolanda
y en Paloma una sonrisa
de joven feliz y entusiasmada.

Están entre nosotros hoy aquí,
en estas que llaman playas de la Mancha
más amigas, y amigos que no cito
por no hacer de esta carta
una lista sin fin, interminable.
Permíteme, si acaso, que no olvide
al de la alegre figura, caballero
que responde por Edmundo y a Teresa,
su tan sin par compañera.

Que a Juliana no deje de nombrar ni a Juan,
que al pie de tu huella nos convocan
en esta mañana de febrero enamorado
a cuyo reclamo acude Elisa, presurosa,
y su Fernando, el de Osma, tu albacea
que sigue viajando al Tomelloso
blanco de bombos, como sabes,
de uvas y azulete (Dionisio en Nueva York
y al futuro abierto siempre el bar de Pepe).

No faltarán, seguro, ni Fausti ni Jacinto
a la cita anual con tu presente,
que descanso le darán a su eutonía,
y quizás no estén ausentes Pedro ni Javier,
ni Bibi. Vendrá Marisol, Juan vendrá y Ana, sí,
la chica del abril de los claveles.
Los hermanos, más que amigos, de Herencia
tan cercanos, vendrán cargados como siempre
de recuerdos, de nostalgia y carnavales.

Montse estará. Pero no Quina,
que en silencio, como tú,
se nos ha ido.
Acuérdate algún día de llamarla
y se lo cuentas. Dile
que también con ella celebramos
la vida y la esperanza,
los afanes y los sueños
de los que aquí te hablamos.

Te quisimos, Jesús, y te queremos.
Hoy eres tú nuestro pretexto
para reír de nuevo, congregados
por ti y en tu memoria,
para decirnos también que nos queremos
y que seguimos soñando
un mañana mejor y más humano.

Te esperamos, buen amigo, cuando quieras
que no podrán el tiempo ni el olvido
arrancar de nosotros la semilla
que tan hondo sembraste, jardinero.
Es invierno de nieves este año
y nos dicen sin embargo
que irá mal la economía, que la crisis
más difícil hará para todos el día a día.
No funciona, parece, ya el refrán.

Y digo yo que a mal tiempo buena cara,
que juntos sí podemos (y hasta lo dice Obama)
cambiar el mundo poco a poco,
adelantar algo más, si cabe, la utopía
de hombres y mujeres capaces de vivir
sabios y libres, en paz, con alegría.

Ven con nosotros, te esperamos,
a brindar por que llegue pronto el día
en que los niños de Gaza y sus hermanos,
niños judíos de Palestina,
aprendan a cruzar sin odio sus miradas.
Ven pronto, te esperamos,
y tráete si puedes, buen amigo,
a Quinita cogida de tu mano.
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